El hábito de leer, es probablemente lo que a muchos de nosotros nos ha traído a escribir; sin embargo, al momento de querer escribir, también hay que tener un hábito al respecto. Esto no significa necesariamente que tengas que ponerte una meta estricta, en donde de vas a escribir diariamente cierta cantidad de palabras, sino más bien de incorporar la literatura y todo el trabajo que hay alrededor de un libro a tu rutina diaria. Si la literatura es parte de tu vida y tienes demasiadas ganas de escribir, entonces ese hábito debe ser parte de tu vida; así como tienes la costumbre de alimentarste para tener una buena salud, hacer ejercicios, o puedes tener el hábito de divertirte y salir con tus amigos, también debes tener el hábito incorporado dentro de tu rutina.
Escribir, corregir texto, estudiar, informarte, trabajar en tus personajes y revisar tu proyecto debe ser parte de tu día a día. Este hábito te permite concentrarte y al mismo tiempo quitar peso del trabajo que estás haciendo; puede sonar contradictorio, pero voy a profundizar un poco. Si incorporas la literatura, es decir el trabajo de escribir y todo lo que estoy mencionando a tu día a día, entonces eso pasa a ser parte de ti, no es un elemento externo al que visitas regularmente cuando tienes ganas o cuando no tienes nada más que hacer.
El trabajo literario no es solamente sentarte frente al ordenador; hay muchas cosas más que hacer, y por eso decía antes que se trata también de quitar peso a este proyecto; hay personas que se sienten muy presionadas por lo que están haciendo, porque no pueden estar seguras de si van a cumplir con las expectativas. Pero cuando es parte de tu rutina, te puedes acostumbrar a escribir; te acostumbras a construir personajes, a revisar tus escenas, a pensar en cuál es la personalidad de tu obra, y mucho más. No se trata de un examen ni de un proyecto muy difícil al que no sabes cómo enfrentarte, no es un tótem con el que debes luchar, si no que es algo que está junto a ti; es como una escultura que fueras haciendo parte por parte, no vas a estar todo el día tallando, pero cada cierto rato puedes mirar a tu estudio y captar un distinto ángulo, inspirarte y decidir que algo pasa.
En el caso de la literatura es lo mismo, vas trabajando en tu cabeza, y en cierto momento dices “bien, este es el momento en el que voy a continuar escribiendo” y las cosas que han estado pasando por tu mente se vuelven sólidas. La idea es que el proyecto éste siempre junto contigo, para que al momento de escribir no te sientas en un terreno frío; acostúmbrate a escribir, a leer y también a trabajar en todos los detalles de tu obra de una forma distante. De cierto modo podría decir que es trabajar en segundo plano; si en determinado momento tienes un problema con una escena o no sabes cómo definir cierto elemento, piénsalo con detenimiento cuando estás haciendo otras cosas. Piensa que podrían estar haciendo tus personajes en los momentos que no van a salir dentro de la obra, y a través de vas a poder construir su vida interna, para que aparezcan personas y no cartones; piensan qué es lo que ocurre del punto a al punto b, para que puedas revisar si el realismo de tu historia es correcto, revisa cuáles son los puntos en donde has empleados la cosecha que vas a hacer más adelante. De esta manera vas a poder acostumbrarte no sólo a escribir porque quieres, sino porque tienes una cierta necesidad; estar alrededor del proyecto de forma constante te permite tenerlo entre tus manos y trabajar de una forma cómoda. Te vas a acostumbrar a tenerlo junto a ti, y eso va a generar también un interés mucho más grande por seguir trabajando.
Nos encontramos en el siguiente capítulo: Bloqueo
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