Esto te ha pasado más de una vez. Las ideas fluyen por tu cabeza, estas escribiendo con la mayor velocidad que tus dedos te permiten, y de repente todo desaparece. Así es, hablaremos de la frustración que ataca cuando eres escritor.
Te contaré un ejemplo que me pasó cuando estaba escribiendo mi historia «Falsas Impresiones». El problema comenzó cuando la historia parecía no tener el final adecuado, lo que yo quería era crear un lapso que no se sintiera forzado y de un capítulo a otro no sería suficiente.
Tras meditarlo por semanas, escribía un borrador tras borrador, y al fin llegué a la conclusión de que mi historia sería dividida en dos partes. Comencé dando un final digno que dejara a mis lectores con el deseo de saber qué más pasaría. Y debo admitir que fue la mejor decisión, la línea de tiempo no se siente forzada, y pude desarrollar la segunda parte de mi novela sin ningún contratiempo. Obtuve mejor respuesta de mis lectores, y lo pude usar de ejemplo para mis siguientes obras.
Años antes, tuve un problema similar con mi primera novela, «Tráfico». Tenía el final escrito, pero no podía llegar a él de manera natural; tuve que borrar escenas, diálogos y capítulos completos porque no encajaban al final definitivo que tenía. Fue difícil, sí, pero valió la pena, a veces aterra cambiar algo porque crees que no podrás crear algo tan bueno, pero te aseguro que sí se puede.
Mi consejo para ti es este: borra, edita, lee hasta que suene perfecto en tu cabeza, y también hazlo en voz alta, esto te ayudará para encontrar errores ortográficos. La frustración puede hacerte creer que lo que estás haciendo no vale la pena, que no hay manera de reparar el error al que llegaste. No es así, créeme, lo menor que puedes hacer es respirar, no perder tu convicción, y recordar siempre que, si sigues escribiendo, nosotros te seguiremos leyendo.
Gracias por tu atención, si gustas puedes seguirme en Facebook o Wattpad, búscame como Paulin Zavala. Un abrazo.
Comprendo eso, cuando escribo, a veces pierdo la brujula, pero sé a donde quiero llegar. Escribo, escribo y escribo y luego releo; si me doy cuenta que una escena no encaja, la quito, pero la guardo por otro lado. Quizá en ese momento esa escena no encaje, pero es posible que encaje más adelante, tal vez mi cerebro me dio una idea para algo y no es bueno dejarla de lado; incluso, quizá no entre en esa historia, sino en otra, pero de algo servirá eso que escribí y que según parece, en ese momento, es desperdicio. Así he reciclado algunas escenas ^..^ y me ha funcionado.