Es muy triste cuando uno ve novelas escritas por distintas personas, que provienen de diferentes países y con historias variadas de vida, pero que parecen producidas por el mismo individuo. Esta sensación de estar frente a material escrito por una inteligencia artificial en vez de por una persona no es casual, y por desgracia se ha vuelto bastante común. Pienso que ocurre porque los autores no trabajan en su proyecto, sino que toman una fórmula exitosa pre establecida, y sobre ella incluyen aquellos elementos que se les han ocurrido; esto garantiza una alta probabilidad de éxito con el público que espera una obra con ciertas características, y por supuesto, con las editoriales más ávidas de repetir éxitos y vender la mayor cantidad de unidades.
Desde luego, lo mencionado antes hace que sea mucho más sencillo encontrar un público y, por ende, alcanzar el éxito, pero me parece un precio demasiado elevado para esto perder la esencia y convertirse en un empleado de la línea de producción. El arte debe provocar emociones, y tener su origen en ellas mismas, para poder generar reacciones reales en el público; desafiar, controvertir, replicar, contestar y plantear cuestionamientos.
Esto no es una crítica a la literatura ligera. Incluso el libro más profundo puede ser una copia de la fórmula de otro, mientras que una novela sencilla puede tener su propia personalidad y entretener sanamente, pero desde una zona en donde el alma del escritor está plasmada.
Me gusta la idea de escribir por amor a la literatura, independiente de si eso va con la corriente o no, o si tendrá éxito con muchas personas; construir el texto y los personajes debería ser desde el punto de vista individual de cada persona. Al escribir de forma honesta, puedes mostrarte como eres a través de tus páginas; y aunque tu trabajo puede tener puntos en común con otras obras, lo principal es que lo hagas de acuerdo con tus principios, obedeciendo a tu instinto creativo.
Nos encontramos en el siguiente capítulo: La propaganda
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