
Sin dudas todos fuimos presos de la frustración alguna vez. Preguntas y dudas que nos han taladrado la cabeza, haciéndonos caer en un gran problema central: ¿qué hago ahora?
Algunas típicas cuestiones que tal vez nos acecharon desde que nos encontramos creando nuestra primera historia. Tales como: ¿Dónde puedo mostrarlo? ¿Ahora que sé dónde, la gente lo leerá? ¿Cómo hago una portada? Tengo pocos lectores, ¿acaso mi historia no es muy buena? ¿Serviré para esto? Estas son preguntas a las que, creo, nos enfrentamos constantemente. Sin embargo, en este artículo no les hablaré de ninguna de ellas, sino de una duda que puede resultar no tan típica:
¿Qué papel desempeña la escritura en mi vida?
Escribir para mí empezó como una coincidencia. Yo queriendo contar una historia, crear mi propio mundo y dos amigos que me dijeron: «¿Y por qué no lo haces?» Me quedé mirándolos como pasmado, tratando de conectar mis cables para encontrar la respuesta adecuada. Hasta que di con ella y les dije: «Está bien, lo haré».
Pero mientras más avanzaba y más escribía, más me daba cuenta que no era un pasatiempo, sino algo más. Como los tatuajes en mi piel, quería que se transformara en algo permanente y que perdurara en el tiempo. Deseaba volver la escritura una carrera en la cual profundizar.
Y dirán, ¿qué significa profundizar en la escritura? ¿Aprender de gramática, ortografía, estimular la imaginación? Sí, pero también otra cosa. Tratarla por lo que es: una profesión y, por lo tanto, darle el valor que merece.
Es aquí donde les cuento cuál fue mi frustración o conflicto interno con este asunto.
Ocurrió un día en el que cancelé una salida con amigos para seguir escribiendo mi novela. ¿Dónde está el problema? Pues en el hecho de que les mentí, no les dije que esa era la razón porque sentía vergüenza, yo mismo pensaba que sería una estúpida excusa y que ellos no lo entenderían.
¿Cómo iban a entenderlo, si ni siquiera yo lo hacía?
Comprendí que debía llegar a una resolución, encontrar lo que representaba la escritura para mí. Porque seamos sinceros en algo, si mi excusa hubiera sido la preparación de un examen u horas extras en el trabajo; esta hubiese sido recepcionada de mejor manera que un: «Necesito terminar mi novela».
Al darme cuenta que la escritura formaba parte mi vida como cualquier otra cosa, comencé a defenderla. Cambié la imagen que daba en las redes, con la gente que me conocía, básicamente me mostraba como un escritor. Pues si tú no crees en lo que eres y quieres representar, no podrás convencer a otro que lo haga.
Muchas veces decimos que hacemos algo que nos gusta por hobbies, pero en realidad no lo creemos así. Nos llevan a eso, nos dicen que nuestra búsqueda no tendrá una recompensa que nos sirva para vivir y mantenernos, y nosotros nos dejamos arrastrar por ese pensamiento.
Pero no debemos hacerlo.
No debemos desvalorizar nuestros objetivos y sueños.
Este tipo de frustración es difícil de combatir porque nunca sabemos cuándo llega o hace cuánto que está con nosotros. Para combatirla, entonces, simplemente evalúa aquello que haces, puede ser la escritura o cualquier meta que te hayas propuesto, y pregúntate:
¿Qué me da, qué me quita?
Con las respuestas sabrás si valdrá la pena seguir en ese camino y también que estarás dispuesto a seguir en él, a pesar de los obstáculos.
¿Soy escritora? Eso es algo que aun no sé.
Muchos dicen que sí, mi esposo dice que sí; los que saben que he autopublicado un libro, también lo han dicho, pero no me siento así.
No tengo el conocimiento y jamás lo intenté ni pensé como carrera, pese a que me gustaba desde hace mucho tiempo escribir.
Un día, mi esposo me dijo "lo que tu haces ya no es un hobby, tu no lo ves ni lo tratas como hobby, si no, como trabajo..."
Pero no quiero que sea un trabajo, no quiero sentirlo como trabajo; no voy a vivir de ello, no pienso mantenerme de ello; incluso he pensado en meterme a trabajar, pero mi esposo me dice…